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EL FÚTBOL CAMPEÓN DEL MUNDO EN DEUDA

En las últimas horas, Claudio Tapia, Presidente de la Asociación del Fútbol Argentino, deslizó en una conferencia de prensa que nuestro torneo domestico es la mejor liga del mundo. Dicha declaración nos abrió un interrogante: ¿Estamos a la altura de ser el fútbol campeón del mundo?

 

Por Mariano Peralta

El 18 de diciembre del 2022Gonzalo Montiel (Actualmente afronta una denuncia por violación ocurrida en 2019, algo triste y repudiable que se viene repitiendo en diferentes áreas y clubes) pateó el penal definitorio y el pueblo argentino, por un momento, se olvidó de las miserias sociales y políticas. Nuestras retinas guardan los recuerdos de Lionel Messi, tantas veces criticado, levantando la Copa del Mundo o los interminables festejos.

La Selección es el principal baluarte en la gestión «Chiqui» Tapia. Con algunos grises, como amistosos ante combinados de poca jerarquía, pero mejorando las arcas de Viamonte con muchos dólares y títulos. Además, en el balance, y con vaivenes, lejos está de cumplir «llevar al fútbol femenino al lugar qué se merece»

En conferencia de prensa, el mandamás expresó que «es un orgullo ser el presidente de la mejor liga del mundo». En nuestra opinión, La Liga Profesional no atraviesa su mejor momento. Nula credibilidad por fallos o designaciones arbitrales, falta de claridad en el VAR y sus cámaras complicadas, sobrecarga de partidos y lesiones (22 roturas de ligamentos), formatos de torneos inentendibles, planificación incoherente y la exagerada suma de 66 equipos entre Primera División y Primera Nacional, son algunos fundamentos que no condicen con sus palabras.

En los últimos años, vivimos improvisaciones en pleno certamen que terminan quitando profesionalismo y competitividad. El 2023 comenzó con una planificación de dos torneos y tres descensos (En 2021 se había proyectado que fueran cuatro, pero en Asamblea se eliminó uno), con el pasar de los partidos y reclamos de instituciones «comprometidas» se concluyó la temporada con dos descensos (Colón y Arsenal). En la Primera Nacional fue más llamativo. Se eliminó un descenso, días previos al encuentro entre Almagro y San Telmo, duelo que dirimía al rival de Tristán Suarez para disputar la B Metropolitana.

El 20 de enero del 2023, En Abu Dhabi, se enfrentaron Boca Juniors (campeón de la Liga Profesional) contra Racing Club (Segundo en la tabla general) por la «Supercopa Internacional» (Copa oficial entre AFA y Emiratos Árabes). El cotejo dejó polémicas, dentro del verde césped, y muchas críticas. Pocos meses después, se rescindió el convenio y no se volverá a jugar. Para evaluar la creación desmedida de títulos y la falta de claridad en sus disputas.

En pocas horas, el Superclásico volverá a contar con las dos hinchadas (no ocurría desde la final de la Copa Libertadores 2018) y esto nos abre una arista más para nuestra editorial. En algunas provincias (incluyendo Buenos Aires, pero no CABA) hemos visto en los últimos años encuentros con ambas parcialidades. Hoy no estamos a la altura de volver a vivir aquellas recordadas jornadas de los años noventa o 2000. No generamos una estructura para realizarlo y existen intereses de los clubes poderosos, fallas en los inoperativos policiales y reiteradas muestras de violencia en diferentes estadios o adyacencias. Ojalá se vea una disputa con cargadas y color, pero sin agresiones, represiones ni peleas.

Las instituciones deportivas y dirigencias tampoco ayudan al desarrollo y crecimiento. Malos manejos administrativos y económicos, falta de transparencia e información sobre montos de compra o venta de jugadores, cambios constantes de entrenadores (terminan siendo siempre los mismos técnicos en el ambiente y con malas campañas), gestiones privatizadas o representantes con mucho poder, poco apoyo, de algunos clubes, con el fútbol femenino y la nula respuesta a las decisiones de la entidad madre, son algunas responsabilidades que deberían afrontar.

Nuestro fútbol seguirá teniendo pasión, talento, gambeta y potrero. Está inculcado en nuestro ADN albiceleste, pero debemos trabajar, cada uno desde su lugar, en respeto, transparencia, organización, difusión o televisación y el rol social de los clubes, porque nunca deben ser sociedades anónimas.

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